
El exministro cubano de Economía y Planificación, Alejandro Gil —estrecho colaborador de Miguel Díaz-Canel hasta su destitución en febrero de 2024—, fue sentenciado este lunes a cadena perpetua por una decena de delitos graves, entre ellos espionaje, según informó el Tribunal Supremo Popular de Cuba.
Gil, quien dirigió el ministerio desde 2018 y fue viceprimer ministro, protagonizó el mayor caso de corrupción contra un alto cargo en décadas. Su caída sorprendió: Díaz-Canel le envió un «abrazo agradecido» en redes horas después del cese, pero un mes más tarde anunció su investigación por «graves errores», rechazando la proliferación de corrupción en el Partido Comunista y el Gobierno.
El tribunal lo declaró culpable en un primer juicio a puerta cerrada (11-13 de noviembre) de espionaje, actos en perjuicio de la economía y contratación, cohecho, sustracción y daño de documentos oficiales, violación de sellos e infracción de normas de protección de información clasificada. Un segundo proceso (26-29 de noviembre) lo condenó a 20 años por cohecho para falsificación de documentos públicos, tráfico de influencias y evasión fiscal, todos continuados. Ambas sentencias son recurribles en 10 días.
Los jueces afirmaron que Gil «engañó a la dirección del país y al pueblo», generando daños económicos al incumplir procesos con información clasificada que sustrajo y entregó a «los servicios del enemigo». Consideraron sus actos «altamente lesivos», merecedores de «respuesta penal severa», ya que «la traición a la Patria es el más grave de los crímenes».
Hasta su descrédito, Gil fue la cara visible del Gabinete: implementó la Tarea Ordenamiento de 2021 —que unificó monedas pero hundió el peso y aceleró la dolarización—, y medidas de ajuste como alzas de combustibles hasta 400%, en medio de la crisis económica isleña.
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