“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuídense de no hacer buenas obras delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendrán recompensa de su Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad les digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando oren, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad les digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará. Cuando ayunen, no pongan cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad les digo que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana, Venezuela.

La Iglesia universal, celebra hoy el inicio del tiempo de Cuaresma, con la imposición de la ceniza, cuyo sentido bíblico significa arrepentimiento y perdón, que va acompañado de la expresión: «Convierte y cree en el Evangelio» Su objetivo, es el de prepararnos para el misterio Pascual de la muerte y resurrección de JESÚS. Tal como lo señaló el Papa Francisco en su mensaje de Cuaresma para este año 2023: “La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz. Para profundizar nuestro conocimiento del Maestro, para comprender y acoger plenamente el misterio de la salvación divina, realizada en el don total de sí por amor, debemos dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades”.

Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO, según San Mateo capítulo 6, versos del 1 al 6 y del 16 al 18. En el que JESÚS da unas instrucciones bien precisas, a todos aquellos que queramos ser sus seguidores, sobre la manera correcta de observar las tres prácticas de piedad: limosna, oración y ayuno, sobre los que se asienta la Fe del pueblo de Israel y la del nuevo pueblo de DIOS: la Iglesia de JESUCRISTO.

De allí que en el Evangelio de Mateo se nos advierte a no vivir una religiosidad de la mera apariencia, para ser vistos por los demás, o para creernos superiores, sino más bien a vivir una espiritualidad en lo concreto de la vida. De allí la importancia de vivir estas prácticas desde la perspectiva de JESÚS, en la que nuestro ayuno sea para que lo vea DIOS, que nuestra oración sea para que la escuche DIOS y que nuestra limosna solo la vea DIOS y nuestro PADRE que ve en lo secreto nos recompensará.

Es oportuno destacar que las prácticas cuaresmales del ayuno, la oración y la limosna tienen una rica tradición bíblica y teológica. Y que el ayuno al que apelan los profetas es para dejarnos tocar por la misericordia y el perdón del Señor. Es lo que pide el salmista: «Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con un espíritu firme» (Sal 51(50),10). En este sentido, el ayuno no es solo dejar de comer alimentos externos, es aprender a cambiar nuestra actitud con los demás y con el mundo que nos rodea.

Al confrontarnos con el texto, vemos que, la llamada de la conversión, que se nos hace al inicio de este tiempo de la Cuaresma no se puede reducir a un simple moralismo, es algo más, se trata de encarnar el misterio Pascual en nuestras vidas, y de vivir en el horizonte de la Resurrección de JESÚS, en la que previamente compartamos su Pasión y su Muerte.

Y es que la oración, el ayuno y la limosna, no puede ni debe ser en absoluto una vitrina donde se exhiban nuestras vanidades. De allí la apreciación del Hijo de DIOS: “Hazlo en lo secreto y tú Padre que está en lo secreto, te recompensará”, es toda una llamada a la Fe adulta, ya que cuando uno pregona lo que hace, tendríamos que preguntarnos: ¿no será que en el fondo no estoy muy seguro en Aquel que ve en lo secreto?

Señor JESÚS, que este tiempo de Cuaresma sea un tiempo propicio, una nueva oportunidad, para entrar en silencio y con discreción desenmascarar nuestro yo egoísta, para reubicar nuestra vida desde los valores del Evangelio, que Tú nos enseñas y quieres que vivamos.

Amén

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