

El sector II de Villa Upata, en el corazón de Puerto Ordaz, parroquia Unare, es testimonio palpable de la voluntad y el esfuerzo comunitario. Lo que hace aproximadamente 20 años fue un terreno desértico y poco atractivo, hoy revela una realidad diferente.
Este pequeño oasis en medio del olvido empezó a tomar forma hace aproximadamente 18 años, cuando las primeras familias decidieron establecerse y construir. Agua por tuberías, una red de aguas negras y electricidad, aunque no perfectos, son logros palpables que han mejorado la calidad de vida de los lugareños.
La comunidad sigue enfrentando problemas ligados a fallas en el suministro de agua potable, cortes eléctricos recurrentes y una deficiente recolección de basura, que afecta a sectores aledaños.
Con la electricidad aún en proceso de expansión y calles que permanecen sin pavimentar, el urbanismo parece haberse detenido. El ruido alentador de las máquinas dio paso a la incertidumbre, debido al incremento del costo de construcción y la fluctuación del dólar.

Calles de tierra y casas inconclusas
Esta realidad también viene acompañada de sus propias sombras. Un habitante, que prefirió mantener su anonimato, subraya la desigualdad interna: “No todos tienen casa habitable; muchas permanecen vacías porque sus dueños no cuentan con los recursos para terminarlas”, exclamó.
Hay vecinos que viven sin servicio eléctrico ni agua por tubería, muchos optaron por construir pozos sépticos en sus hogares. Cada avance, cada poste eléctrico, cada tubo para la red de aguas negras, ha sido conseguido con recursos propios, dejando latente el abandono oficial.
El apoyo oficial fue fugaz y limitado, “solo en la administración de Rangel Gómez recibimos alguna ayuda para las calles y la planificación de los terrenos, pero desde entonces, solo promesas”, denuncian los vecinos.
Promesas que no se cumplen
Desde aquel entonces, para Villa Upata la suerte ha cambiado, “únicamente promesas y engaños, ninguna obra oficial”, criticaron otros sus residentes que luchan en reunir recursos para seguir avanzando en el urbanismo.
Una mujer considera que en los actuales momentos la situación no está fácil para nadie construir un techo propio; además, pidió recorrer toda la avenida Atlántico para que observara cada uno de los urbanismos paralizados, con las calles abandonadas, todas llenas de huecos y sin asfaltar.
A un lado del sector II de Villa Upata, están otros proyectos habitacionales, calles áridas, con basura por todos lados, la maleza ha ido desapareciendo las aceras que los dueños construyeron con sus propios esfuerzos y las casas que se hallaban construidas el hampa las demolió para sacarles las cabillas y luego venderlas como chatarras.
También, crece lentamente el urbanismo Batalla de Junín. Viviendas en construcción paralizadas y otras ya habitables, para los dueños es una lucha constante obtener los servicios básicos, sin embargo, prefieren darles calor a sus hogares y dejar de pagar alquiler.
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