Sao Paulo, Brasil. Ocho años después de haber sido calcinada por un incendio, la estación científica de Brasil en la Antártida abre de nuevo sus puertas en una de las regiones más inhóspitas del planeta, un atractivo proyecto arquitectónico que desafiará las temperaturas más bajas del planeta.
Custodiado por la naturaleza y sometido a un clima hostil, el nuevo complejo, que será inaugurado este martes, albergará investigaciones sobre el cambio climático en la que es considerada como «la mejor estructura de investigación de la península antártida», según contó en una entrevista con Efe el contraalmirante de la Marina brasileña Sérgio Gago Guida.
El edificio está organizado en dos bloques de poca altura, sujetos a través de pilares capaces de soportar los efectos del deshielo que sufre la Antártida, donde se llegan a registrar las temperaturas más bajas del planeta y vientos de hasta trescientos kilómetros por hora.
«Brasil es un país tropical, así que no estábamos habituados a estas condiciones. Fue un proyecto de ingeniería realizado por un equipo de arquitectos», explicó a Efe Emerson Vidigal, uno de los arquitectos de Estúdio 41, encargado del diseño del proyecto.
«Nuestra premisa central era garantizar la supervivencia y el conforto del ser humano en este lugar tan inhóspito», apostilló.
El estudio de arquitectura empezó a trabajar en el proyecto en 2013, pero no fue hasta finales de 2015 cuando comenzaron las obras de la estación, después que la constructora china Ceiec ganara el concurso internacional.
Los cimientos del complejo fueron montados primero en Shangai y, a partir de 2017, fueron transportados hasta la isla Rey Jorge, lo que explica que la mitad del coste total financiero de la nueva base, estimado en unos 100 millones de dólares, fuera destinado al transporte y a la logística de la misma.
El proyecto arquitectónico logró combinar la respuesta de las exigencias científicas y el respeto al medioambiente, pues fueron una prioridad las tecnologías dirigidas a minimizar el impacto ambiental.
En concreto, el 30 % de la energía de la estación es renovable, además de «respetar la fauna y la flora local».
Pero más allá de la eficiencia, la durabilidad y el aprovechamiento de energía, los arquitectos consiguieron trasladar la estética en esta base, cuyo diseño incluye amplios cristales que conectan el edificio con el paisaje de la zona más fría del planeta.
LA ANTÁRTIDA, «EL AIRE ACONDICIONADO DEL MUNDO»
Casi ocho años después del incendio registrado en 2012, en el que murieron dos militares y se destruyeron más de dos terceras partes de la antigua base, la nueva estación resurgió de sus cenizas hace algunos meses y, pese a que será inaugurada este martes por las autoridades, ya en noviembre de 2019 comenzó su primera investigación científica.
El estudio, en manos de los profesores Paulo Câmara, de la Universidad de Brasilia, y Luiz Henrique Rosa, de la Universidad Federal de Minas Gerais, se centró en el análisis del ADN de las plantas y los hongos antárticos.
Ahora, los investigadores brasileños podrán regresar al continente blanco para estudiar el cambio climático, cuyas consecuencias ocasionan el deshielo de parte de los glaciares de la Antártida y la subida del nivel del mar.
«Este continente es el aire acondicionado del mundo», espetó el contraalmirante Guida, quien añadió que las investigaciones científicas en la región permiten comprender su importancia en el clima del planeta.
EFE
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