
La tranquilidad de residentes de calle Las Flores y la manzana 20 de la invasión 25 de Marzo, en la parroquia 11 de Abril de San Félix, se ha visto alterada por el avance de un peligroso derrumbe en el costado del colector principal de aguas de lluvias.
Más de diez metros de la pared de la alcantarilla han caído, y con la llegada de las lluvias, el desplome continúa sin detenerse, generando zozobra entre los vecinos.
A pesar de los llamados reiterados a las autoridades municipales y regionales, la respuesta ha sido nula.
Los habitantes aseguran que han pasado años viendo cómo el problema se agrava, y que cada nueva gestión gubernamental ignora el peligro que representa el desmoronamiento.
Para evitar que el colapso sea mayor, los vecinos han tenido que improvisar y echar escombros por el costado, intentando frenar el avance de la cárcava.
La situación es aún más crítica porque la zanja se encuentra al lado de la Escuela Pedro Zaraza, por donde transitan diariamente numerosos niños.
“Representa un peligro real para los estudiantes y para todos los que vivimos aquí. Nadie nos hace caso”, denunció América Hernández, vecina de la zona. La comunidad espera que las autoridades finalmente escuchen sus reclamos y tomen medidas urgentes para evitar una tragedia.
Aguas negras
La situación se agrava con el incesante vertido de aguas negras que brotan de las cloacas desbordadas en la comunidad. Vecinos denuncian que, además de las lluvias, las aguas residuales contribuyen al colapso de la alcantarilla, haciendo que el problema sea aún más complejo y peligroso.
En la manzana 20, una boca de visita ha colapsado y no deja de arrojar aguas fecales, que corren por los costados de las calles.
Ante la falta de solución, los afectados tuvieron que abrir una zanja improvisada para desviar el líquido hasta el colector principal del sector, pero esto solo ha empeorado el panorama.
El hedor fétido de las aguas negras se ha convertido en una constante en el barrio, afectando la calidad de vida de los habitantes.
El caos se extiende a las calles, que se han vuelto intransitables por el mal estado y la acumulación de lodo y escombros.
Mientras tanto, la alcaldía solo ha asfaltado algunos tramos de la avenida principal, dejando las calles laterales en abandono.
La comunidad sigue reclamando una intervención integral que atienda tanto el problema de las aguas como la reconstrucción de las vías, pero hasta ahora, sus voces siguen sin respuesta.
Huecos de todos los tamaños
Pedro, residente del barrio, relata que el asfalto se encuentra en un estado de deterioro avanzado, dificultando el tránsito peatonal. “La gente camina sobre piedras trituradas, que antes formaban parte del pavimento. Aquí, un par de zapatos dura poco”, lamenta.
Las calles laterales, en especial, son un laberinto de escombros y lodo, mientras la principal es la única que conserva algo de firme, aunque tampoco está libre de problemas.
Los alrededores de la Escuela Pedro Zaraza tampoco escapan a la precariedad. La maleza invade los espacios públicos y el alumbrado nocturno es inexistente, lo que aumenta el riesgo para los estudiantes y vecinos durante la noche.
Andrés, vecino que intentaba trasladarse al mercado municipal, confirma que la situación es crítica. “Las calles están intransitables, y el problema de los botes de aguas negras empeora cada día”, explica.
Pese a la gravedad de los hechos, los miembros de los consejos comunales prefieren mantenerse en silencio por temor a perder beneficios o enfrentar represalias. Sin embargo, la voz de los vecinos no se acalla, piden a la gobernadora del estado Bolívar y al alcalde de Caroní que incluyan la invasión 25 de Marzo en los planes de asfaltado, mantenimiento de la red de aguas negras y alumbrado público.
La esperanza de una transformación sigue viva, pero el tiempo y el abandono siguen siendo sus peores aliados.
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