“En aquel tiempo, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia Universal celebra hoy la Fiesta de la Santísima TRINIDAD, con la que se puede decir que marca el final de las celebraciones más importantes del año litúrgico. Adviento y Navidad traen consigo la Primera Pascua: el Nacimiento de JESÚS. Cuaresma y Semana Santa nos llevan a la Segunda Pascua: la Resurrección de JESÚS. Y los cincuenta días de Pascua nos guían hacia Pentecostés, la Tercera Pascua, la venida del Espíritu Santo. Se ha culminado así el proceso de la Revelación de DIOS, que se nos ha manifestado en JESÚS. A través de sus palabras, de sus acciones y de su estilo de vida, nos ha revelado al PADRE. Y cuando Él desaparece de este mundo, nos envía su Espíritu Santo para que siga alentando en nuestros corazones el mismo fuego que nos dejó Su Presencia.
Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Mateo capítulo 28, verso 16 al verso 20, en el que se presentan los versículos finales de la obra de Mateana, que es un compendio de los temas vitales que han sido tratado a lo largo de su narrativa. Así vemos que la expresión “Ir a Galilea”, es una referencia al inicio de la Vida Pública de JESÚS, y “el Monte”, es una conexión con “el Sermón de la Montaña, la Transfiguración y el envío a la Misión, todos ocurridos en un Monte. También resalta la expresión del Resucitado: “Yo estaré con ustedes” (28,20), que es un eco claro del EMMANUEL, ya que JESÚS Resucitado es el “DIOS CON NOSOTROS” (1,23).
La perícopa cierra con el envío a la Misión, por parte del Poder Absoluto y universal del Cristo Resucitado y Glorioso, que abarca tres aspectos: a) hacer discípulos a todas las gentes; b) Bautizarlos en el nombre del PADRE, del HIJO y del ESPÍRITU SANTO, y c) enseñarles a guardar todo lo que JESÚS les ha enseñado.
Es importante destacar que a pesar que durante la fase terrena del Ministerio de JESÚS, Mateo ha insistido que la Misión debe de estar dirigida a “las ovejas perdidas del pueblo de Israel”. En este final se redimensiona todo, ya que, el JESÚS RESUCITADO que ha vencido a la muerte, tiene Poder y Señorío sobre todo lo creado, por lo que Su Acción Salvífica debe llegar a todos los confines de la tierra.
Al confrontarnos con el texto, y ponernos en lugar de esos primeros discípulos, que tal como se relata, algunos estaban decididos a adorarlos, pero otros dudaron, hoy a lo mejor la mayoría de nosotros nos pondremos en el lugar de los que están llenos de dudas, por esta circunstancia tan difícil que estamos confrontando. Pero he aquí que JESÚS Mismo, se Hace Presente, para sacarnos de nuestra tribulación y alentar nuestra esperanza, diciéndonos: “no tengan miedo, Yo estoy con ustedes en las buenas y en las malas”, Palabras que solo pueden ser escuchadas por quienes han recibido la Gracia de la Fe, y han decidido confiar en los Designios Divino.
Ya que para vencer los miedos y las impotencias hay que tener una absoluta confianza en DIOS, cuyos Planes desconocemos, pero cuya Fuerza en muchos momentos de nuestras vidas hemos experimentados. Porque creer en DIOS, es ayudar a poner esa semilla de Transformación del Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, para hacerlo vida con nuestras vidas, dando cumplimiento a Su Mandato: “Vayan, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado”.
Y si cumplimos este Mandato, podremos hacer la realidad las palabras del Papa Pablo VI: “Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad: «He aquí que hago nuevas todas las cosas». La Iglesia evangeliza cuando, por la sola fuerza divina del Mensaje que proclama, trata de convertir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la que ellos están comprometidos, su vida y ambiente concretos. Así las cosas, en nuestro ambiente existe la tarea de cambiar la mentalidad de la violencia, de la venganza, por una mentalidad de perdón, de tolerancia y solidaridad” (EN 18).
Señor JESÚS, aumenta nuestra Fe, para que pasemos por este mundo amando a nuestros hermanos, empezando a hacer tus discípulos a los que tenemos más cerca, pero sin dejar a aquellos que no conocemos e incluso a nuestros enemigos. Amén.
Luis Perdomo
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