Madrid, España. La Superliga de fútbol está iniciando el camino que hace más de veinte años recorrió el baloncesto europeo con el nacimiento de la Euroliga, un trayecto amplificado por la mayor trascendencia y, sobre todo, mayor importancia económica del deporte rey en Europa.
A finales del siglo pasado los clubes europeos de baloncesto no estaban conformes con la gestión y el rendimiento económico que les reportaba la antigua Copa de Europa y de la mano de la ULEB, Unión de Ligas Europeas, -esta puede ser una de las diferencias importantes-, se plantearon una nueva competición fuera del paraguas de la FIBA, la Federación internacional.
En la temporada 2000-01 la Euroliga comenzó a andar con la oposición frontal de FIBA que amenazó con que los jugadores de los equipos participantes no podrían jugar con sus selecciones en Europeos, Mundiales y Juegos olímpicos.
Los clubes, en aquellas fechas, negociaban sus contratos televisivos de forma individual y la nueva competición aglutinó estos derechos para negociarlos de forma conjunta, por los que recibieron alrededor de 35 millones de dólares anuales durante cinco años.
La FIBA intentó contrarrestar estos movimientos con contratos que apenas llegaron a la mitad de lo que ofreció la nueva competición.
Así es que durante la temporada 2000-01 hubo dos ligas europeas, la de la Euroliga, que registró el nombre, y la de la FIBA, la Suproliga en la que participaron equipos como el Maccabi, el CSKA Moscú, el Panathinaikos o el Efes, entre otros.
La duplicidad de la máxima Liga de baloncesto Europea solo duró un año. La FIBA dio un paso atrás y en la segunda edición de la Euroliga ya participaron todos los grandes equipos europeos.
El siguiente paso fue con la segunda competición europea, la antigua Recopa, después Copa Saporta. En 2002-03 nació la Eurocopa, bajo la misma organización que la Euroliga, y con el mismo ideario, más dinero y más estabilidad para los clubes participantes, en donde primaban los derechos deportivos adquiridos por trienios en sus competiciones domésticas.
Durante la siguiente década Euroliga y FIBA tuvieron una existencia pacífica, hasta que esta última decidió crear en 2015 la Liga de Campeones de baloncesto para volver a recuperar a los grandes clubes.
La Euroliga contraatacó firmando un contrato con la empresa estadounidense IMG por diez temporadas en las que los equipos con plaza fija, Licencia A, se repartirían unos 36 millones de euros anuales.
La FIBA volvió a amenazar con sanciones a clubes y jugadores, pero todo se quedó en una guerra fría con las famosas ‘ventanas de selecciones’ de por medio, en las que no han participado los jugadores de los equipos de la Euroliga.
Las plazas fijas de los equipos, para conseguir la ‘estabilidad’, han ido creciendo y ahora son 13 los equipos que tienen garantizado su puesto en la Euroliga (Barcelona, Madrid, Baskonia, Panathinaikos, Olympiacos, Fenerbahce, Anadolu Efes, CSKA, Maccabi, Zalgiris, Milán, Bayern Múnich, Asvel Villeurbanne) más el Alba Berlín que se ha garantizado su presencia con una invitación por dos años.
Los finalistas de la Eurocopa también tienen plaza en la siguiente temporada de la Euroliga y la organización dispone de dos plazas por invitación.
La NBA se creó en 1949 tras la fusión de la National Basketball League y la Basketball Association of America. Los equipos, las franquicias, son los dueños de la competición y no hay descensos. Siempre participan los mismos. Un equipo puede cambiar de dueño, incluso de ciudad, pero seguirá jugando en la NBA.
La Superliga de fútbol se mira en este doble espejo, más en el de la Euroliga, por su mayor similitud en lo deportivo, pero sin dejar de echar un ojo a la NBA, por su mayor experiencia en la gestión, organización y creación de recursos económicos por el márketing, los derechos de imagen y los televisivos.
EFE noticias
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