Tokio, Japón. Los Juegos de Tokio serán recordados como los primeros que se celebraron en pandemia, pero también como aquellos en los que estrellas consagradas como Kevin Durant y Yulimar Rojas compartieron gloria olímpica con adolescentes vestidos en pantalón vaquero y subidos a un monopatín.
Fueron los Juegos de las excepciones. Se podía contar con que los equipos de Estados Unidos prolongarían sus rachas victoriosas en baloncesto, o con que Eliud Kipchoge revalidaría el título en maratón. Incluso con que Rojas batiría el récord del mundo de triple salto. La previsibilidad no quita mérito a sus gestas.
Pero nadie podía imaginar que un italiano ganase los 100 m, que un tunecino se llevase los 400 m libre, que un indio dominase el concurso de jabalina o que Rusia perdiese en gimnasia rítmica.
Tampoco cabía esperar que Simone Biles, la reinventora de la gimnasia, se retirase de la competición para preservar su salud mental.
El espíritu olímpico hizo su magia para compensar, tras largos meses de incertidumbre pandémica, a más equipos que nunca: 93 países entraron en el medallero final, siete más que en 2016 y 2012, seis más que en 2008.
China fue por delante en el conteo global hasta la última jornada, cuando fue adelantada por Estados Unidos por solo una medalla de oro, 39 frente a 38.
Los deportes de equipo asistieron al paso adelante dado por Francia, que se prepara para triunfar en los Juegos de París dentro de solo tres años y que fue oro en balonmano masculino y femenino, plata en baloncesto oro en voleibol masculinos.
Los estadounidenses ganaron los dos oros de baloncesto, el séptimo seguido para ellas, el cuarto para ellos, y también el de waterpolo y el voleibol femeninos.
Japón ganó en béisbol y sóftbol, que para eso propuso que estos deportes volvieran en Tokio al programa olímpico. Los títulos de hockey fueron para Bélgica en hombres y Países Bajos en mujeres. El masculino de waterpolo fue para Serbia. Nueva Zelanda y Fiyi, hombres y mujeres, se hicieron con los oros en rugby.
En la piscina el estadounidense Caeleb Dressel se ganó el derecho a reclamar el trono de Michael Phelps tras cerrar su participación en Tokio con cinco medallas de oro, una menos de las seis a las que aspiraba en la capital japonesa. En los 100 mariposa rubricó su victoria con récord del mundo (49.45).
Las pruebas femeninas fueron terreno abonado para las australianas. Ariarne Titmus hizo tambalearse en su pedestal a la legendaria Katie Ledecky, a la que venció en los 200 y 400 libre; Kaylee McKeown dominó la carreras de espalda con sus victorias en 100 y 200; y la velocista Emma Mckeón se despidió de la capital japonesa con siete medallas, cuatro de ellas de oro en 50, 100 y 4×100 libre y 4×100 estilos.
El tunecino Ahmed Hafnaoui, de 18 años, se llevó el oro en los 400 m libre tras entrar en la final con el peor tiempo. No tenía resultados relevantes en competiciones internacionales salvo algún podio en campeonatos africanos.
Tres récords mundiales se batieron en las pruebas de atletismo, a cargo de la venezolana Yulimar Rojas en triple salto y el noruego Karsten Warholm y la estadounidense Sydney McLaughlin en 400 metros vallas.
La retirada de Usain Bolt, que parecía facilitar a Estados Unidos la recuperación de la hegemonía en 100 y 200 metros, no fue aprovechada por el equipo norteamericano. El heredero fue, para sorpresa de todos, un italiano: Marcell Jacobs. Ganó una de las cinco medallas de Italia, todas de oro.
La jamaicana Elaine Thompson-Herah repitió doblete en 100 y 200 y se colgó un tercer oro como miembro del relevo 4×100, superando la cosecha de la holandesa Sifan Hassam, que obtuvo los títulos de 5.000 y 10.000 metros junto a un bronce en 1.500.
La estadounidense Allyson Felix, de 35 años, aumentó a once (7 de oro, 3 de plata, 1 de bronce) su récord universal de medallas olímpicas con un bronce individual en 400 metros y sendos oros como miembro de los dos relevos.
Entre las excepcionalidades, la victoria de un europeo, el noruego Jakob Ingebrigtsen, en 1.500; la del indio Neeraj Chopra en jabalina, ante la mirada del gran dominador de la disciplina, el alemán Johannes Vetter; y la del marroquí Soufiane El Bakkali en 3.000 obstáculos tras nueve títulos seguidos de Kenia.
El más grande maratonista de la historia, el keniano Eliud Kipchoge, echó el cierre al estadio con su zancada majestuosa y un segundo oro consecutivo. Es el tercer hombre capaz de conservar su corona en los 42,195 metros.
Simone Biles pegó una patada al tablero del sistema deportivo al llegar a Tokio como probable estrella de los Juegos y retirarse el segundo día de competición, abrumada por la presión. Sufrió un episodio de desconexión cuerpo-mente que le impidió hacer sus ejercicios. Solo participó en la final de barra, en la no necesitaba hacer piruetas, y ganó la medalla de bronce.
La gimnasta estadounidense trasladó al escenario olímpico el problema de la salud mental de los deportistas que ya había apartado del circuito durante casi dos meses a otra participante en los Juegos, la tenista japonesa Naomi Osaka.
Sin Biles, los dos grandes protagonistas en el Ariake fueron el local Daiki Hashimoto, con 19 años el más joven de la historia en ganar el concurso completo, y la brasileña Rebeca Andrade, plata general tras la norteamericana Sunisa Lee y oro en salto, las primeras medallas de la gimnasia femenina latinoamericana.
Novak Djokovic, en su mejor temporada en cuanto a títulos, dilapidó en Tokio sus opciones de ganar el ‘Golden Slam’ y quedó incluso fuera del podio, apeado a raquetazos de buen juego por el español Pablo Carreño. El oro fue para el alemán Alexander Zverev. En mujeres, para la suiza Belinda Bencic.
Otro deportista consagrado que añadió brillo olímpico a su palmarés fue el ecuatoriano Richard Carapaz, que en la carrera de fondo derrotó en el circuito de Fuji a dos pesos pesados del ciclismo mundial, el belga Wout Van Aert y el esloveno Tadej Pogacar, reciente ganador del Tour de Francia.
Los Juegos contaron con la participación de la primera deportista transgénero, la levantadora de pesas neozelandesa Laurel Hubbard, quien quedó eliminada a las primeras de cambio tras tres intentos fallidos en arrancada. Luego se mostró agradecida por la oportunidad y anunció su retirada.
Los nuevos deportes aportaron brisa fresca a los Juegos, a la par que un ramillete de campeones adolescentes a los que casi les costó comprender la trascendencia de sus logros olímpicos.
El estreno del skate se saldó con el podio más joven de la historia, formado por la japonesa Momiji Nishiya y la brasileña Rayssa Leal, ambas de 13 años, oro y plata, y la también nipona Funa Nakayama, de 16, bronce en la modalidad de calle.
En la prueba de parque la británica Sky Brown, asimismo con 13 años, compartió la alegría por su medalla de bronce con sus 1,2 millones de seguidores en Instagram.
También el español Alberto Ginés, campeón de escalada, aportó con sus 18 años savia nueva a otro deporte que hacía su debut en los Juegos.
Se estrenaron igualmente en Tokio el surf, que como los anteriores tendrá continuidad como deporte olímpico, y el kárate, que no estará en los Juegos de París. Su lugar lo ocupara el ‘breakdancing’, otro deporte urbano con el que el COI quiere lanzar la caña al público más joven.
EFE noticias
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