El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, aplazó la visita oficial que tenía planeado realizar a Chile a partir del próximo viernes para poder concentrarse en la atención a los damnificados por las inundaciones que afectan al sur de Brasil y que han dejado 146 muertos.
La visita fue aplazada «ante la necesidad de darle seguimiento a la situación de las inundaciones en Rio Grande do Sul y a la coordinación de la atención a la población afectada y de las tareas de reconstrucción», informó la cancillería brasileña este lunes en un comunicado.
De acuerdo con la nota del Ministerio de Exteriores, las nuevas datas para la visita aún no fueron definidas.
Lula tenia previsto visitar Chile el 17 y el 18 de mayo para tener un encuentro bilateral con el presidente chileno, Gabriel Boric, y participar en un seminario con empresarios de ambos países organizado por la Agencia de Promoción de las Exportaciones Brasileñas (Apex).
Sería su cuarta visita a un país latinoamericano este año, tras las que realizó a Guayana, San Vicente y Granadinas y Colombia.
El objetivo principal de la visita, según habían adelantado diplomáticos, era sumar a Boric entre los presidentes que apoyan la iniciativa brasileña de relanzar y reforzar la Unión de las Naciones Sudamericanas (Unasur), actualmente inoperante por las divergencias entre los gobiernos de la región.
Uruguay y Paraguay
Chile fue, junto a Uruguay y Paraguay, uno de los países que abandonó oficialmente la Unasur por esas divergencias.
El asunto fue discutido en la reunión que Lula tuvo el mes pasado en Bogotá con el presidente de Colombia, Gustavo Petro, otro líder progresista en la región así como los presidentes de Brasil y Chile.
Las históricas lluvias de las últimas dos semanas en el sur de Brasil, donde las inundaciones ya han dejado 146 muertos y 132 desaparecidos, puede empeorar esta semana debido a la crecida de los ríos por los temporales esperados a partir de este lunes.
Las alertas por el clima en la región han dificultado las labores de rescate y las acciones se han concentrado en la distribución de ayuda humanitaria a los 620.000 desplazados, de los cuales 82.200 están en albergues provisionales.
En total son 2,1 millones de personas damnificadas por la falta de vivienda, alimentos, agua, energía y servicios médicos.
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