Hay cuatro factores que generan la restricción de la oferta de créditos, los cuales, en conjunto, generan un cuadro complejo para las empresas que se ven obligadas a establecer estrategias de financiamiento que, en principio, lastran sus capacidades de crecimiento y, al final, suponen graves riesgos financieros.
El primer factor es el más conocido y debatido: el elevado encaje legal de 73%. No hay ninguna expectativa concreta sobre una revisión de esta medida, por lo menos en lo que resta del año.
Básicamente, lo que quiere significar este nivel de encaje es que la Banca debe inmovilizar 73% de sus depósitos en bolívares, con la consecuencia directa de que el costo de mantener un déficit en el encaje legal es muy elevado, volátil e incierto, pues dicho costo se encuentra indexado.
En septiembre pasado, el requerimiento de encaje legal fue equivalente a 76,67% de las captaciones totales y el saldo de la cartera de créditos representó apenas 29,4% del encaje exigido a las entidades financieras, lo que implica un reforzamiento de la restricción, como parte de la estrategia para controlar la liquidez.
El segundo factor que incide en la contracción del crédito es que los requerimientos de bolívares de las empresas y personas están superando a la demanda de divisas en efectivo, lo que genera un desequilibrio entre oferta y demanda en las mesas cambiarias. Por otra parte, no existe un mercado interbancario funcional en divisas.
Un tercer elemento es que 50% de los depósitos bancarios se producen en moneda extranjera, fundamentalmente en dólares, fondos que la banca no puede intermediar, de manera que los recursos que legalmente pueden dirigirse a la intermediación financiera están reducidos a la mitad y, además, las captaciones en bolívares crecen a una velocidad insuficiente para incrementar el potencial de créditos.
Por otra parte, la inmensa mayoría de esos depósitos quedan, de facto, inmovilizados por el encaje.
La obvia solución es permitir que una parte importante de los depósitos bancarios en divisas puedan ser prestados por el sistema bancario. Actualmente, la totalidad de estos fondos permanecen inmovilizadas desde el punto de vista crediticio.
Precisamente, esta decisión de no permitir que se otorguen préstamos sobre el saldo de las cuentas de Libre Convertibilidad es el último factor que explica la restricción crediticia.
Hemos dicho reiteradamente que mantener un encaje legal tan elevado no se justifica, porque el valor de los créditos está indexado al tipo de cambio oficial, por lo que las tasas de interés no son bajas, además también hay una restricción de acceso, porque no todas las empresas están en capacidad de asumir intereses indexados.
En consecuencia, esa idea según la cual las empresas pueden pedir créditos para salir corriendo al mercado cambiario ya no es viable, por lo que hay que discutir si estos factores realmente influyen de manera determinante en la estrategia de control de la inflación o si, por el contrario, mantener estas restricciones no resulta un lastre pesado para la recuperación de la economía.
En el diálogo entre empresarios y gobierno debe asumirse este tema como una verdadera prioridad, sin más dilaciones, porque el autofinanciamiento al que recurre alrededor de 50% del sector manufacturero, ya entró en una etapa de agotamiento o los préstamos especulativos del agiotismo informal, al que deben recurrir muchos pequeños negocios, tienen consecuencias claramente negativas.
Si se estructura una política integral de acceso al financiamiento, no solo se puede recuperar el crédito bancario, sino estimular con más fuerza el mercado de valores, donde también hay restricciones para que las empresas puedan obtener los recursos que requieren.
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Banca y Negocios
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