El economista y presidente de Datanálisis, Luis Vicente León, ha evaluado la coyuntura nacional, destacando la «resiliencia notable» de la economía venezolana a pesar del entorno de alta conflictividad política y la creciente presión internacional.
Sus informes más recientes confirman que, incluso ante las amenazas militares en el Caribe, el endurecimiento de las sanciones y la reciente cancelación de las licencias petroleras por parte de la OFAC, la producción y las exportaciones de crudo han logrado mantenerse estables e incluso experimentar un ligero crecimiento.
Se estima que, a mediados de 2025, la producción petrolera alcanzará alrededor de los 1.1 millones de barriles diarios (MBD).
Este desempeño se explica por una combinación de factores adaptativos: el incremento de los envíos de crudo a mercados asiáticos (aunque se realicen con mayores descuentos), el ahorro derivado de la suspensión del servicio de la deuda externa, y la capacidad de PDVSA para sortear el esquema sancionatorio.
Esta adaptación incluye la implementación de flotas alternas y el uso de mecanismos de pago basados en criptoactivos y stablecoins (USDT).
No obstante, León advierte que este esquema ha mermado la liquidez inmediata del país, dado que el cobro depende de canales inherentemente menos eficientes y más opacos.
A esta dinámica se suma una significativa disminución en las intervenciones cambiarias del Gobierno, las cuales pasaron de un promedio mensual de 469 millones de dólares en 2024 a $320 millones en 2025.
Acumular reservas
El propósito central de esta reducción es acumular reservas y prepararse para un escenario internacional más volátil, marcado por la tensión militar y la inestabilidad política regional.
El impacto de esta política restrictiva es palpable en el tejido empresarial: importadores y comerciantes afrontan serias dificultades para reponer inventarios, establecer precios de referencia y, crucialmente, preservar el valor real de su patrimonio.
El economista enfatizó en sus redes sociales que la prioridad inmediata de la nación «debe ser evitar un nuevo ciclo de inestabilidad severa que erosione aún más las capacidades del país».
Más allá de la confrontación política, el desafío fundamental de Venezuela radica en asegurar el abastecimiento de bienes esenciales, lograr la estabilización de los precios internos y proteger el poder adquisitivo real de los hogares.
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