Barcelona.- La casa de subastas barcelonesa Subarna subastará el próximo 7 de octubre una obra preparatoria para el cuadro «La comida del ciego» de Picasso, obra fundamental de la época azul del pintor malagueño, un dibujo que estaba desaparecido desde hacía casi cien años.
Según ha explicado Juan Carlos Bejarano, uno de los expertos en pintura de Subarna, un día se acercó a la sala un particular que aseguraba que tenía una obra de Picasso.
Tras las dudas preventivas iniciales, «al verlo al natural, la primera impresión fue positiva, dada la seguridad del trazo y de la firma; además, el soporte era una tarjeta postal, un material reutilizado y humilde, muy acorde con la pobreza en la que se hallaba sumergido por aquellos años Picasso».
Sólo quedaba, añade Bejarano, verificar si la obra aparecía reproducida en el famoso y enciclopédico catálogo razonado de Zervos y efectivamente aparecía junto a otros dibujos preparatorios que Picasso había esbozado para su obra maestra «La comida del ciego» (1903, The Metropolitan Museum of Art, Nueva York).
La investigación determinó que «se trata de una obra estrechamente vinculada a Barcelona, y al respecto Picasso señaló en una carta escrita a su amigo el poeta francés Max Jacob: «Estoy pintando a un ciego en una mesa. Sostiene un trozo de pan en la mano izquierda, mientras que con la derecha alcanza una jarra de vino. Hay un perro cerca que lo mira. Estoy bastante contento con él (aunque) aún no está terminado».
Por tanto, se trata de una obra que seguramente fue realizada entonces, en agosto de 1903, en Tiana (Barcelona), donde se alojaba en la casa de la familia Reventós.
Por fechas y localización, se trata en consecuencia de una de las escasas creaciones de su etapa azul realizadas en Barcelona y que aún existían en colecciones particulares barcelonesas.
La firma que aparece en la reproducción de Zervos difiere completamente de la del dibujo hoy aparecido y la sala argumenta este detalle: «En algún momento alguien que no era el artista dejó en la esquina inferior derecha una firma falsa, pero los primeros propietarios, los hermanos Junyer-Vidal, amigos íntimos del pintor le pidieron a Picasso, probablemente a finales de los años 50 o principios de los 60, que firmara la obra (como así hizo con otras creaciones suyas), procediendo a eliminar la anterior».
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