Djokovic
 
El serbio Novak Djokovic, número 3 del mundo, se convirtió en el primer finalista de Roland Garros tras vencer al español Carlos Alcaraz, número 1, que después de ganar el segundo set sufrió un problema físico que le impidió mantener el alto ritmo competitivo del duelo, por 6-3, 5-7, 6-1 y 6-1 en 3 horas y 22 minutos.

Será la séptima final del serbio en la tierra batida parisiense, en busca de su tercera corona para completar 23 Grand Slam, y se medirá contra el ganador del duelo entre el noruego Casper Ruud y el alemán Alexander Zverev, quien precisamente se retiró el año pasado en semifinales contra Rafael Nadal.

«Todo mi respeto para Alcaraz, que ha logrado acabar el partido pese a los problemas físicos. Le he dicho que es joven y que tiene toda la vida por delante, que es una pena, lo último que quieres es tener problemas físicos en este tipo de partidos», señaló el serbio al final del duelo.

A sus 36 años, Djokovic se convierte en el segundo finalista más veterano de la historia de Roland Garros, tras el estadounidense Bill Tilden, que perdió la final de 1930 con 37 años, y si el próximo domingo levanta el trofeo se convertirá en el ganador de más edad, desbancando a Nadal.

Además, en ese caso también recuperará el número 1 del mundo en detrimento de Alcaraz.

«Esto no ha terminado, me queda un partido, estoy muy orgulloso de haber alcanzado esta final, pero el trabajo no ha acabado», aseguró Djokovic.

El español solo pudo plantar cara dos sets, antes sufrir un pinchazo en la pierna izquierda que le dejó imposibilitado para seguir compitiendo, aunque se negó a retirarse y vivió una jornada triste el día de Murcia, su región de origen.

El duelo más esperado del torno, considerado por muchos como la final adelantada, tuvo el desenlace más abrupto y triste para el espectáculo. El mundo del tenis seguirá con la interrogante de saber si Alcaraz tiene tenis suficiente para desbancar a un miembro del «big 3», el único que participa en este Roland Garros, tras la baja por lesión del 14 veces ganador, Rafael Nadal.

En el primer set, el serbio supo maniatar las armas de Alcaraz. Cada ataque, cada ofensiva del español encontraba una respuesta adecuada de un Djokovic que supo colocar así en dificultades al número 1 del mundo.

Así se situó con ventaja de 3-1 y aunque el español aceleró para reducirla en el séptimo juego, que duró 14 minutos y en el que tuvo hasta tres bolas de rotura, la defensa del serbio fue numantina.

En el siguiente, Alcaraz levantó una bola de set, pero ya no pudo hacerlo en la segunda, con servicio de Djokovic y desde el lado de la pista donde menos le molestaba el viento.

Por vez primera en el torneo el murciano se encontraba en situación de desventaja, contra uno de los mejores tenistas de todos los tiempos, incapaz de encontrar la forma de dañar su tenis.

Pero no se cansó de buscar. Siguió intentando mantener la presión, poniendo al límite al serbio, que recibió tratamiento en un brazo, pero que no bajó el ritmo.

El partido entró en su fase más intensa, con los golpes más bellos, que agradeció el espectador, tan sensible al espectáculo. Ninguno podía permitirse el más mínimo respiro, tal era la presión que había sobre la pista.

Alcaraz aceleró para colocarse 5-4 y saque para igualar el duelo, pero Djokovic acudió a su cita con los momentos importantes y empató. Con el servicio del serbio, el español tuvo tres bolas de set, pero estar contra las cuerdas no amilanó a Djokovic, que las levantó.

Ahí sufrió un bache Alcaraz, que estuvo a punto de perder su segundo servicio consecutivo y el público le jaleó para levantarle, una receta que dio resultado, porque se apuntó dos juegos que igualaban la contienda.

El partido comenzaba de nuevo, solo que con dos horas en las piernas de ambos tenistas. La resistencia comenzaba a ser un factor, en medio del bochorno parisiense donde el sol recalentaba los espíritus.

Nada más comenzar el tercer set, en el último punto del segundo juego, Alcaraz sufrió un pinchazo en una pierna. Tras varios minutos en el campo, decidió pedir asistencia médica, algo solo permitido en los intercambios de lado.

Por ello, la árbitra le informó de que en ese caso perdería todos los puntos hasta el siguiente intercambio. Alcaraz aceptó y eso colocó el marcador en 2-1 a favor del serbio y servicio.

Visiblemente tocado, el español regresó al campo, pero prácticamente no podía competir. Quiso probarse para esperar el siguiente intercambio y recibir de nuevo tratamiento del fisioterapeuta, que llegó tras entregar su saque en blanco.

Forzó para seguir, pero apenas podía correr ni responder al juego del serbio, que se fue apuntando los juegos algo incrédulo por la situación. Así ganó el tercer set, sin combate, sin lucha, solo dejando que el drama de Alcaraz siguiera su curso.

El sublime partido, el excelso ambiente cayó a plomo en la pista central, conmovida por la desgracia de uno de sus ídolos, resignada a no disfrutar más del espectáculo.

Alcaraz entró unos minutos al vestuario y regresó entre gritos de «¡Carlos, Carlos!».

Mejoró algo su nivel, tuvo dos bolas de rotura en el segundo, hasta ganó un juego, mientras que Djokovic, que anduvo con tiento, casi de puntillas, hizo lo justo para ganar el set.

No hubo milagro. Alcaraz se obstinó a seguir en la pista, pero ya no había espectáculo ni rivalidad ni competición. Era un drama sin héroes, sin suspense y sin acción.

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