Lima.- A las puertas de Navidad, galerías comerciales y vendedores ambulantes del conglomerado comercial Mesa Redonda atraen diariamente a decenas de miles de ciudadanos que, pese a la pandemia, abarrotan las calles del centro de Lima, una situación que la Municipalidad prometió resolver «drásticamente».
Unos ansiosos por hacer el agosto en pleno diciembre, otros por conseguir las mejores ofertas en sus regalos navideños, comerciantes y compradores se aglomeran entre cajas, plásticos y carretillas en el caótico entorno de los jirones Cusco, Andahuaylas y Puno, céntricas calles del casco histórico de la capital peruana.
La zona, vigilada por fiscalizadores de la Municipalidad, se convirtió en un peligro latente en plena pandemia de la covid-19, ante el riesgo de una segunda ola de contagios en un país que ya se acerca al millón de casos acumulados y registra más de 36.750 fallecidos.
Entre la abrumadora multitud, en una esquina, cerca del arco que da entrada al Barrio Chino, la ambulante Olga Huamán Conde, de 64 años, vende bolsas grandes «para los paquetes de los que compran mercadería».
«Yo no me camuflo por la edad que tengo», dijo a Efe la mujer, quien aseveró que en las últimas semanas, a medida que se acercan las fiestas de fin de año, el flujo de vendedores y clientes ha aumentado «bastante» porque a las mercaderías habituales, ahora se suman todo tipo de artículos navideños.
A pocos metros, Evelyn, cargada con una bicicleta y unos patines, intentaba, con dificultad, esquivar los ríos de gente. «Estoy comprando lo que me llevo a provincia y adelantando las compras de Navidad para los chicos», explicó a Efe.
La mujer aseguró que había conseguido los regalos «a muy buen precio» porque «más adelante, por el día de Navidad, siempre cuesta un poquito más caro».
«VIENEN LOS ‘CASCOS'»
En Mesa Redonda y el Mercado Central, los fiscalizadores de la Municipalidad de Lima no dan abasto para limitar las aglomeraciones aunque, según contaron a Efe los vendedores informales, solo se encargan de controlar la afluencia de compradores a la entrada y salida de la zona.
«Nos sacan los cascos (guardias municipales), tenemos que estar saliendo todo el rato porque se aglomera demasiada gente», lamentó el ambulante Giovanni, que vende atrapasueños para «la mala vibra».
El joven Fidel Flores, de 23 años, criticó que, en los dos años que acumula de venta ambulante de patines, los fiscalizadores lo han echado del conglomerado ya cinco veces: «Los cascos vienen y nos quitan», imploró.
MEDIDAS «DRÁSTICAS»
Para limitar la afluencia de público en la zona, la Municipalidad Metropolitana de Lima informó la víspera que reduciría «drásticamente» el aforo a 15.000 personas y así evitar que el espacio se convierta en un foco de covid-19.
«La comunidad limeña intensificará los operativos de erradicación del comercio informal en Mesa Redonda con el apoyo de la Policía Nacional de Perú», informó en un comunicado.
El alcalde de la ciudad, Jorge Muñoz, dijo que era necesario «decomisar esos productos que son vendidos» para reducir las cifras del covid-19. «Tenemos que poner medidas muy drásticas», insistió.
El mismo martes, el Seguro Social de Salud (EsSalud) advirtió que los casos positivos del virus están aumentando en los centros comerciales y mencionó, entre otros, los espacios de Mesa Redonda y el Mercado Central como principales focos de contagio.
Mientras, el país está a la expectativa de las recomendaciones del Gobierno para las fiestas navideñas.
La víspera, el decano del Colegio Médico del Perú, Miguel Palacios, anunció en declaraciones al Canal N que el equipo médico estaba evaluando sugerir al presidente Francisco Sagasti decretar una nueva cuarentena focalizada del 22 de diciembre al 6 de enero.
EFE
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