Ciudad Guayana.- Todo comenzó en diciembre del año 2017, cuando un vendedor de fuegos artificiales se dispuso a colocar su mercancía frente a la casa de la señora Maritza Villarroel de 58 años de edad, ubicada en la calle La Pastora de la urbanización Orinoco, parroquia Cachamay, Puerto Ordaz.
«Se paró un carro ahí, con juegos artificiales, el hombre muy campante, se bajó, abrió su caja, empezó a sacar fuegos artificiales y eso se explotó. Lamentablemente la que agarró candela fue mi casa» explicó Villarroel señalando en lo que se convirtió su casa, unas cuantas láminas de zinc.
Villarroel, quien lleva al menos 40 años viviendo en la zona, cuenta con indignación como luego de lo sucedido, no recibió ninguna ayuda por parte de los entes gubernamentales, siendo una familia numerosa y de bajos recursos.
«Yo caminé, yo fui, lloré, pataleé, y nadie me ayudó. El gobernador Justo Noguera vino el mismo día que mi casa se quemó, me dijo que él me iba a ayudar, y aquí sigo, ya llevo cuatro años esperando la ayuda», sentenció.
Villarroel, quien es madre, vive con sus seis hijos y 3 nietos en un «cuartico de 4 × 4» que pudo construir al lado de su casa, gracias al apoyo de su hija mayor que vive en Chile, y quien actualmente es la única benefactora de la familia.
«Este cuartico que tú ves aquí, lo he construido gracias a mi hija la que está en Chile, que es la que me está medio ayudando a comprar material, porque está muy caro, y no siempre se puede comprar, no podemos tampoco dejar de medio comer para comprar materiales», dijo.
«¿A cuántos no les han dado casa después de que se quemó la mía? ¿Y Maritza para cuándo? No lloro más, no camino más y que sea lo que Dios quiera, me cansé», concluyó.
Victoria Muñoz
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