Beirut.- Miles de jóvenes estudiantes, muchos de ellos menores, se han unido en los últimos días a las protestas masivas que desde el 17 de octubre piden un nuevo Gobierno en el Líbano, desafiando no sólo a la clase política, sino también los estereotipos, por un futuro mejor.
En una sociedad extremadamente polarizada, los estudiantes han saltado las barreras levantadas entre comunidades religiosas y familias de diferente clase social, incluso entre un colegio y otro, para luchar juntos por un futuro digno.
Incluso la sureño Tiro, feudo del grupo chií Hizbulá, opuesto a las manifestaciones y la consecuente dimisión del Gobierno, registró congregaciones frente a los centros educativos de secundaria, con los estudiantes mostrando su solidaridad con sus compañeros de otros puntos del país y rechazando entrar a las aulas.
DEMANDAN UN NUEVO LÍBANO
En el centro de Beirut, Joe Karem, un estudiante de Arquitectura de 25 años, es la viva imagen de esta unidad, sentado en el interior de una tienda de campaña en la que dos grupos se turnan para no abandonar la lucha en ningún momento del día.
«Es la primera vez que estamos todos unidos, sin que nada nos separe y exigiendo un Líbano nuevo. En poco tiempo logramos la caída del Gobierno, aunque no es suficiente ya que queramos la de todos los responsables sin excepción», defendió en declaraciones a Efe.
Critica que la clase dirigente hizo que la religión formase parte de la política para mantener a la población «atada y dividida» en su propio beneficio, pero los libaneses ya han tenido suficiente y se han unido para que todos «puedan ir a un hospital, al colegio y encontrar un trabajo».
A sus espaldas, en la emblemática plaza de la Libertad reverberan gritos de «Revolución, revolución»; «Abajo el reino de la corrupción»; «Queremos enseñanza gratuita y las mismas oportunidades para todos».
La jornada comienza al ritmo del himno nacional y el traqueteo de banderas libanesas izándose en sus mástiles. Luego vienen los intercambios de ideas y, para animar un poco el ambiente, los bailes y la música de varios instrumentos.
Los jóvenes libaneses no sólo están unidos, también reclaman lo mismo para todos «sin distinción», en palabras de la manifestante de 14 años Talia Hamud.
«Queremos un cambio, que reconozcan nuestros derechos, queremos libertad, tener un futuro, que el país sea un lugar para todos sus hijos sin distinción y tener perspectivas claras para el día de mañana», sentenció a Efe la estudiante.
A su lado, Aya Mohamad Ali, de 13 años, que pese a su juventud aboga por escuelas gratuitas, becas para los colegios privados tan «caros» y, sobre todo, que se tomen en consideración sus notas y «no la afiliación política de su familia».
«Los actuales dirigentes no están contentos de que los jóvenes estemos unidos, pero nada hicieron para darnos una vida aceptable. Nosotros exigimos un medioambiente sin contaminación y poder tener los servicios esenciales como luz, agua y atención médica», dice a Efe.
QUIEREN UN CAMBIO EN LA CÚPULA
En un país que 29 años después del término de la guerra (1975-1990) no consigue suministrar agua y luz de forma fluida a los ciudadanos, la contaminación es también un gran problema, con un número al alza de enfermos de cáncer, asma y otros problemas relacionados.
Todo empezó cuando el Gobierno anunció su intención de tasar las llamadas telefónicas a través de servicios de mensajería gratuita por internet, una decisión luego retirada pero que hizo explotar la ira de los ciudadanos de tal forma que las demandas se expandieron a una infinidad de campos.
Con algo en común, todos quieren cambios y el primordial debe producirse en la cúpula.
Al principio del estallido de las protestas como meros acompañantes de sus familiares adultos, los estudiantes se han convertido en los últimos días en un pilar fundamental del movimiento.
Aunque muchos no se han podido unir por las amenazas de expulsión de las instituciones educativas, también hay casos como el de la sureña Sidón, donde los profesores están impartiendo las clases al aire libre de forma gratuita para no afectar al ritmo de las manifestaciones.
Y es que todo el mundo quiere un futuro mejor para sus hijos.
«Mi padres me alientan ya que ellos no pudieron terminar sus estudios universitarios a causa de la guerra y quieren para mi un futuro mejor que el de ellos», aseveró a Efe Tia Eid, de 14 años.
Kathy Seleme EFE
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