El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, habla durante la cumbre suramericana hoy, en el palacio de Itamaraty, sede de la cancillería brasileña, en Brasilia (Brasil). EFE/ André Coelho

Los líderes de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay se reúnen el martes en Puerto Iguazú para una cumbre del Mercosur en la que buscarán limar asperezas tanto dentro como fuera de sus fronteras, con Venezuela, China y la Unión Europea entre los asuntos espinosos a debatir.

El Mercado Común del Sur (Mercosur) vive un momento decisivo para su futuro, en medio de divergencias comerciales y políticas de sus socios.

La cumbre del pasado mes de diciembre puso de manifiesto las ansias de Uruguay por una flexibilización del bloque creado en 1991 y que en los últimos años ha quedado relegado a un segundo plano.

La posición uruguaya, que incluye reducir las tasas de importación del bloque y libertad para poder negociar de forma unilateral un acuerdo de libre comercio con terceros países, confronta con la del resto de los miembros del bloque.

«El Mercosur está estancado desde hace mucho tiempo. Recuperarlo es importante, pero hay que pasar del discurso a la acción», afirmó a EFE Lia Valls, investigadora asociada del Instituto Brasileño de Economía de la Fundación Getulio Vargas (FGV).

EL REGRESO DE LULA

No obstante, para la cita de Iguazú hay un factor diferencial y novedoso: el regreso al poder de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, la mayor potencia regional, que recibirá de manos de Argentina la Presidencia pro tempore del Mercosur.

El dirigente progresista asumió por tercera vez el poder el 1 de enero y se ha marcado como uno de sus grandes objetivos impulsar definitivamente la integración suramericana.

En los primeros días de su mandato, viajó a Uruguay para intentar convencer al presidente de ese país, Luis Lacalle Pou, de que caminando «juntos» son más fuertes.

Lula compartió entonces la necesidad de «renovar» el Mercosur y le prometió a su homólogo uruguayo discutir un posible acuerdo comercial del bloque con China, pero sólo cuando se cierren las negociaciones aún en curso con la Unión Europea.

Porque las tratativas con la UE son otro de los puntos de fricción en el candelero después de que el bloque comunitario incluyera un protocolo medioambiental anexo al acuerdo de 2019, documento visto con recelo en el seno del Mercosur.

Se espera que Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay acuerden una posición común en Iguazú frente a la nueva carta verde de la UE.

A VUELTAS CON VENEZUELA

Por otro lado, la situación de Venezuela, país suspendido del Mercosur desde 2017 por la «ruptura del orden democrático», según consideraron en la época los otros cuatro socios, también puede generar roces este año.

Ello porque el Brasil de Lula y la Argentina de Alberto Fernández, que dejará el poder en diciembre, son favorables al regreso del país caribeño al organismo, frente a las reservas de Paraguay y Uruguay, gobernados por líderes conservadores.

El canciller argentino, Santiago Cafiero, dijo en una reciente entrevista con EFE que ahora es el momento de «colaborar» con el Gobierno de Nicolás Maduro, quien fue recibido con honores de Estado por Lula en mayo pasado en Brasilia, en pro de rescatarlo del aislamiento internacional.

Sin embargo, para Valls la situación de Venezuela «divide el Mercosur» en la medida en que «Paraguay y Uruguay no son entusiastas con su retorno, como tampoco lo son con la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur)», a la que también han vuelto Brasil y Argentina.

¿Y BOLIVIA?

Y, mientras, Bolivia sigue esperando luz verde para convertirse en miembro pleno del Mercosur.

El trámite de adhesión del país andino se inició hace una década, ya fue concluido por Argentina, Uruguay y Paraguay, pero está pendiente de ser ratificado por el Congreso de Brasil, hoy dominado por fuerzas conservadoras.

Además, el equilibrio de fuerzas en el Mercosur podría cambiar dependiendo del resultado de las presidenciales de octubre en Argentina, «una gran interrogación» para Valls, pues en caso de una derrota del peronismo, Lula podría quedarse como el único líder progresista del bloque suramericano.

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