Nablus (Cisjordania).- Bastión de la resistencia armada palestina desde la Primera Intifada, Nablus, al norte de Cisjordania ocupada, es epicentro de los enfrentamientos con Israel en el año más violento en la zona desde 2006 y cuna de nuevas milicias formadas por jóvenes que no ven más salida que tomar las armas.

Hace menos de un año, la ciudad vieja de Nablus vio nacer al grupo armado Lions’ Den, un fenómeno nuevo en la lucha armada palestina, sin paraguas político ni vinculación con las facciones tradicionales, pero que en tiempo récord y gracias a las redes sociales -especialmente Telegram y Tik Tok-, ha atraído a cientos de seguidores.

Pocas decenas de milicanos engrosan sus filas, enmascarados y de estricto negro, pero su popularidad en las calles de Nablus se extiende como la pólvora, donde «son vistos como héroes capaces de enfrentar la ocupación y la agresión israelí», explica a EFE el líder local del movimiento nacionalista Fatah, Jamal Tirawi, en su oficina en la ciudad.

«No tienen esperanza, no hay horizonte político, ni oportunidades económicas. Están frustrados y desesperanzados. Por eso han tomado las calles», comenta Tirawi, uno de los principales críticos internos del actual liderazgo palestino y miembro electo del Consejo Legislativo, disuelto por el presidente Mahmud Abás en 2018.

Para Tirawi, el vacío de poder dejado por la Autoridad Palestina (ANP) -acusada de corrupción y nepotismo-, es uno de los motivos que han llevado a estos jóvenes a liderar una nueva resistencia, pero aclara que es «la ocupación israelí la que les ha arrinconado a levantarse en armas como única solución».

Como respuesta a varios ataques en suelo israelí cometidos por árabes-israelíes y palestinos en marzo y abril, Israel lanzó la operación «Romper la ola», con redadas casi cada noche en toda Cisjordania, especialmente en Yenín y Nablus, desembocando a menudo en enfrentamientos armados y sangrientas batallas en el mayor estallido de violencia en la zona en más de 15 años.

Según el Ejército, unos 2.500 «sospechosos de terrorismo» han sido detenidos y más de 300 armas confiscadas.

Más de 140 palestinos -la mayoría milicianos, pero también civiles o niños- han muerto en incidentes violentos con Israel en lo que va de 2022, según cifras del Ministerio de Sanidad palestino; mientras que de lado israelí han fallecido 24 víctimas de ataques, 17 de ellas civiles.

Se trata del año más letal en la región desde 2006, particularmente violento tras el triunfo de Hamás en las legislativas y con los rescoldos aún tibios de la Segunda Intifada, finalizada un año antes.

LA BRIGADA DE BALATA

Pero Lions’ Den no son los únicos. Inspirados en ellos, grupos similares han surgido en los últimos meses en otros puntos del norte de Cisjordania, como el Batallón de Yenín en esa convulsa ciudad más septentrional, o también en Nablus, la Brigada de Balata, en el campo de refugiados homónimo, donde viven hacinados unos 30.000 palestinos en un espacio de 2,5 kilómetros cuadrados.

«Todos los jóvenes aquí van armados porque no hay otro porvenir. El único futuro aquí en Balata es llevar un arma y disparar a los soldados israelíes», advierte Mohamed, de 32 años, residente en el campo, creado en 1950 para acoger a los palestinos expulsados de la ciudad de Jaffa (ahora integrada en Tel Aviv) cuando se creó el Estado de Israel.

El campo de Balata, dentro de Nablus, es bastión de la resistencia armada palestina desde la Primera Intifada (1987-93) y del movimiento miliciano, donde nacieron en el 2000 las poderosas Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, vinculadas en su momento al partido Fatah de Yaser Arafat.

Para Hamed, de 40 años, quien fue miliciano de esas brigadas en la Segunda Intifada (2000-05) y pasó cuatro años en la cárcel, «la violencia solo atrae más violencia y la solución pasa por la negociación política», pero entiende que los más jóvenes recurran a las armas como hizo él.

«Casi cada noche entran las tropas israelíes y nos matan. Y los colonos entran a nuestra ciudad para visitar la tumba del profeta José, a pesar de ser zona A controlada por la ANP donde los israelíes no pueden entrar. Es nuestro derecho resistir la ocupación», resume Hamed sobre Balata, plagado de fotos de sus «mártires» de antes y ahora.

«Se ha creado una cultura en la que los jóvenes aman la resistencia armada. Para ellos no hay otra forma de vida», apunta Hamed, quien confía en que todos estos nuevos grupos -que aunque son independientes, sus comandos cooperan y se comunican-, se unan bajo un único liderazgo más sólido.

Pero recientemente el Ejército israelí descabezó a los Lions’ Den matando a sus cabecillas en varias operaciones, «resintiendo de momento su capacidad de atacar», afirma el ex teniente coronel del Ejército israelí, Jonathan Conricus.

«Estos grupos están surgiendo en Nablus y alrededores como setas, inspirándose los unos en los otros y ganando rápidamente notoriedad gracias a las redes sociales», añade el militar, quien acusa la falta de voluntad de la ANP de confrontarlos como causa de su propagación.

Según Conricus, su importancia no queda relegada a su «actividad táctica en el terreno o los ataques que cometen», también hay que valorar «su fuerte apoyo y la voz cantante que adoptan en la sociedad palestina».

por Sara Gómez Armas EFE

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