El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, afirmó este viernes que corresponde a cada Estado miembro de la Alianza, de manera individual, decidir si entrega bombas de racimo a Ucrania, en un momento en el que Estados Unidos estudia la posibilidad de proporcionar ese tipo de munición a Kiev.
«Corresponde a los aliados individuales tomar decisiones sobre la entrega de armas y suministros militares a Ucrania y corresponderá a los Gobiernos decidir, no a la OTAN como Alianza», declaró el político noruego durante una rueda de prensa previa a la cumbre de líderes aliados que se celebra en Vilna la próxima semana.
Stoltenberg recalcó que la OTAN como Alianza no tiene fijada una posición sobre las bombas de racimo porque algunos Estados miembros han firmado la Convención sobre Municiones de Racimo y otros no.
Esa convención, acordada en Oslo y que entró en vigor en 2008, prohíbe la utilización de ese tipo de munición por parte de 111 Estados.
Ese tratado vinculante prohíbe todo tipo de uso, producción, almacenamiento y transferencia de bombas de racimo. Ni Ucrania, ni Rusia, ni EE. UU. forman parte del acuerdo internacional.
Stoltenberg añadió que las bombas de racimo las están usando en la guerra tanto Rusia como Ucrania.
«Rusia usa las bombas de racimo en su brutal guerra de agresión para invadir otro país, mientras que Ucrania las usa para defenderse», comentó.
Por su parte, la ministra de Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, se mostró este viernes en contra de la posible entrega a Ucrania de bombas de racimo.
«He seguido la información en la prensa y, para Alemania, rige el tratado de Oslo», declaró en Viena la jefa de la diplomacia alemana, antes de participar en una reunión sobre cambio climático de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
Varias ONG internacionales como Human Rights Watch han denunciado el uso de estas armas por ambos bandos al tiempo que han pedido a Washington que no las entregue a Ucrania.
Este tipo de bombas, lanzadas por artillería o aviación, liberan un gran número de pequeñas cargas explosivas que barren una amplia zona y que son una amenaza para la población civil.
Las bombas que no explotan suponen, además, un peligro después de que finalice el conflicto.
Ucrania alega que utilizará esas bombas contra tropas rusas atrincheradas antes del avance de sus fuerzas.
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