Kampala.- Uganda acudió este jueves a las urnas en unos comicios pacíficos, con escasos observadores y el acceso a Internet bloqueado en todo el país, en los que el presidente Yoweri Museveni busca su sexta reelección tras 35 años en el poder.
Más de 34.000 centros de votación debían haber abierto sus puertas a las 07.00 hora local (04:00 GMT), pero algunos de ellos, sobre todo en barriadas y feudos de la oposición en Kampala, lo hicieron unas dos horas más tarde ante la ausencia de material electoral, según pudo comprobar EFE sobre el terreno.
También, según medios locales, muchos de los dispositivos electrónicos utilizados para identificar a los votantes no están funcionando, ya que dependen de Internet, lo que está a su vez retrasando la votación.
Anoche, la reguladora de comunicaciones en Uganda, Irene Ssewankambo, ordenó a los proveedores del país una «suspensión temporal de todas las pasarelas de Internet», por lo que este jueves más de 44 millones de ugandeses no tienen acceso a la red ni a aplicaciones como Facebook, Twitter y WhatsApp , entre otras.
Las calles de Kampala y alrededores de la capital amanecieron custodiadas por vehículos blindados con armas de gran calibre, en un ambiente tranquilo pero intimidatorio que, sin embargo, no ha impedido que los ugandeses acudieran a las urnas de forma masiva.
«Los soldados no me asustan porque soy ciudadano de Uganda y tengo derecho a estar aquí y a votar», aseguró a EFE Ronald Mutebi, votante del suburbio de Kamwookya, el mismo en el que nació hace 38 años quien es hoy el candidato opositor a la Presidencia más popular: el cantante Bobi Wine.
«Quiero votar (por el cambio) porque el presidente Museveni no ha hecho nada por la gente de mi clase social ni por los jóvenes de mi generación», añadió Mutebi.
«UNAS ELECCIONES HISTÓRICAS»
Museveni, en el poder desde 1986 y popular entre las generaciones más ancianas como baluarte de estabilidad -en un país que ha sufrido cinco golpes de Estado y dos regímenes en los que fueron asesinadas decenas de miles de personas- ejerció su derecho al voto poco antes del cierre de los colegios en el Instituto Karo, donde insistió en que aceptará los resultados siempre que no hayan sido alterados.
Wine, en cambio, acudió a votar a las 11:00 horas (08:00 GMT) en un colegio electoral de Magere, localidad a unos 15 kilómetros de Kampala, tras dar una pequeña rueda de prensa en su residencia en la que animó a los ugandeses a votar en «unas elecciones históricas» pese «al intento del general Museveni de sumir al país en la oscuridad».
Acompañado de su mujer, Barbara Itungo Kyagulanyi, el opositor fue recibido por cientos de simpatizantes que corearon el lema de su partido: «El poder del pueblo, nuestro poder», y tras depositar su voto, se santiguó ante los presentes y alzó el puño, en un gesto que es ya habitual entre sus seguidores.
Durante las semanas de campaña electoral, Wine fue arrestado con frecuencia por la Policía, que llegó a acusarle de infringir las medidas para contener la pandemia de Covid-19, al congregar a miles de seguidores, y sus mítines han sido reprimidos con violencia por las fuerzas de defensa.
El pasado noviembre, los cuerpos de seguridad mataron a al menos 54 personas tras dispersar con munición real y gas lacrimógeno a cientos de ugandeses que, en diferentes puntos del país, protestaron en las calles por un nuevo arresto de Wine.
Por su parte, la única candidata femenina entre los 10 opositores, Nancy Kalembe, ejerció su derecho al voto en el distrito de Muyenga, en Kampala, y se mostró confiada en que su país logrará su primer traspaso pacífico de poder. «Yo ya he votado, lo demás depende de Dios», aseguró la candidata, que sí que condenó el bloqueo de la red.
AUSENCIA DE MISIONES DE OBSERVACIÓN
Ni Estados Unidos -cuya embajadora en Kampala denunció ayer que la Comisión Electoral ugandesa había denegado el 75 % de sus acreditaciones- ni la Unión Europea han podido desplegar misiones de observación en estos comicios, marcados por una campaña electoral en la que periodistas locales han sido agredidos e intimidados.
En este contexto «el papel de los observadores locales es más importante aún que en otras ocasiones», advirtió ayer en un comunicado el Alto Representante de la Unión Europea para los Asuntos Exteriores y la Política de Seguridad, Josep Borrell.
Unos 2.400 observadores de organizaciones civiles ugandesas sí que habrían sido autorizados para supervisar esta votación, según el recuento de diversas entidades.
Ya los comicios de 2016 -en los que Museveni fue reelegido con un 60,7 % de los votos- fueron tildados de fraudulentos por la oposición, y observadores tanto de la UE como de la Commonwealth y la Unión Africana (AU) denunciaron irregularidades y un clima de intimidación hacia los votantes.
Pablo Moraga EFE
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