“En aquel tiempo, se le acercaron a Jesús unos fariseos, y lo pusieron a prueba con esta pregunta: «¿Está permitido a un hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?» Jesús respondió: “¿No han leído que el Creador al principio los hizo hombre y mujer y dijo: ¿El hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá con su mujer, y serán los dos una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre.» Los fariseos le preguntaron: «Entonces, ¿por qué Moisés ordenó que se firme un certificado en el caso de divorciarse?» Jesús contestó: «Moisés vio lo tercos que eran ustedes, y por eso les permitió despedir a sus mujeres, pero al principio no fue así. Yo les digo: el que se divorcia de su mujer, fuera del caso de infidelidad, y se casa con otra, comete adulterio.» Los discípulos le dijeron: «Si ésa es la condición del hombre que tiene mujer, es mejor no casarse.» Jesús les contestó: «No todos pueden captar lo que acaban de decir, sino aquellos que han recibido este don. Hay hombres que han nacido incapacitados para el sexo. Hay otros incapacitados, que fueron mutilados por los hombres. Hay otros todavía, que se hicieron tales por el Reino de los Cielos. ¡Entienda el que pueda!».
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana
La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta entre otros santos en honor a los santos Ponciano, Papa e Hipólito, Presbítero, mártires que fueron deportados juntos, a Cerdeña, y con igual condena, adornados, al parecer, con la misma corona, fueron trasladados finalmente a Roma, Hipólito, al cementerio de la vía Tiburtina, y el Papa Ponciano, al cementerio de Calisto.
Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Mateo, capítulo 19, del verso 3 al verso 12. En el que se narra una discusión de JESÚS, con los fariseos, sobre el divorcio. Los fariseos le hacen esa pregunta capciosa a JESÚS, porque Él trata de aligerar las cargas impuestas a la gente por una ley mal entendida. Esta respuesta pudiera entenderse como que JESÚS estuviera anulando la Ley de Moisés, quien fue el intérprete de DIOS, y no es así, ya que, con Su actuación, nos muestra el camino para llevar la Ley a su «perfección» (Mt 5,17).
JESÚS no cae en la trampa de los Maestros e intérpretes de la Ley sobre cuáles son los antecedentes que justifican un divorcio; más bien contrapone a esta Ley otra palabra de la Escritura que presenta el punto de vista de DIOS frente a las actitudes humanas que tolera. Subrayando que la unidad del matrimonio tiene sus raíces en la voluntad de DIOS, que ha hecho todo perfecto, ya que la unión marido-mujer, es demasiado serio para tomarlo con frivolidad.
El otro tema que está presente en este texto es el celibato, para aquellos que hayan hecho de esta condición, una opción de vida y que indudablemente es libérrima, porque al momento de hacer su juramento a nadie se le obliga, y si alguien no puede con esa carga lo lógico es que hable con DIOS y con sus superiores para dejar su condición de vida y asumir la del matrimonio, de tal manera que no sea motivo de escándalo, ni para él, ni para la comunidad.
Al confrontarnos con el texto, vemos que también hoy en nuestra sociedad imperan los alegatos de los expertos de las leyes civiles y canónicas para justificar el divorcio y con ello la disolución de la familia. Y a este mal, se nos ha agregado los matrimonios contranaturales, de hombre con hombre y de mujer con mujer, que sin lugar a dudas viene a ser otro gran golpe contra el Plan de DIOS de tener familias estables y duraderas donde la debilidad y la fortaleza de la mujer, complementen a la debilidad y a la fortaleza del hombre y juntos puedan cumplir con sus planes y sueños de enamorados, camino que está cargado de problemas y de obstáculos que solo puede ser superado en la medida que ambos cónyuges estén dispuestos a involucrar a DIOS para que camine con ellos, hasta el final de sus vidas terrenas.
Por eso es que ante la reacción negativa de los discípulos: ¡es mejor no casarse! JESÚS abre el camino a otra posibilidad, que es el celibato como Don de DIOS y disponibilidad a servir en Su Reino. Por lo que cualquiera que sea la decisión, ya sea la de casarse o la de mantenerse célibe, nuestra Santa Madre Iglesia nos exhorta a ser prístinos en nuestras actuaciones, y de esta manera poder llamarnos discípulos de JESÚS, con nuestro obrar y con nuestro actuar.
Señor JESÚS, no permitas que nos hagamos leyes a nuestras medidas e intereses y danos el discernimiento necesario para poder entender cada una de Tus normas, sobre todo aquellas que tienen que ver con la protección de la familia y de la preservación de la vida. Amén.
Luis Perdomo
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