«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recen, no usen muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No sean como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que les hace falta antes de que lo pidan. Ustedes oren así: «Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal». Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, también a ustedes se las perdonará su Padre celestial, pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre perdonará sus ofensas».
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia universal celebra hoy, la fiesta en honor, entre otros santos, a San Juan de Dios, nació en Portugal. Después de pertenecer a la milicia, en la que llevó una vida militar con mucho ímpetu, se entregó totalmente al servicio de los enfermos. Fundó a los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios. Se destacó por su caridad con los enfermos y los atendió dejando huellas de actos heroicos.
Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO, según San Mateo capítulo 6, versos del 7 al 15, en el que Jesús nos dice que, cuando oremos no digamos muchas palabras, sino que, nos presentemos delante de nuestro Padre con una actitud de Fe confiada. Y nos enseñó el PADRENUESTRO: una oración que contiene siete peticiones concretas; las tres primeras se refieren a DIOS Padre y las cuatro siguientes a las necesidades de los hombres. De esta forma JESÚS nos dice que siempre que recemos tenemos que tener presente a DIOS y los demás, por lo que no se pueden separar, uno del otro.
Además, el PADRE NUESTRO nos desvela cómo debe vivir un seguidor de JESÚS; ya que manifiesta el estilo de vida de JESÚS y los verdaderos motivos por los que Él hacía las cosas. De tal manera que, oración y acción van unidas: la oración da vida a la acción, y la acción es la concreción de la oración. De esta forma JESÚS nos enseñó que en la vida de cada cristiano la oración y la acción no se pueden separar, y cada una de ellas tiene su lugar relevante.
Por eso es que el PADRE NUESTRO es una oración breve en palabras, pero profunda en contenido, es la oración que JESÚS rezaba y nos enseñó a rezar, es la oración que resume el mensaje evangélico y la práctica de la vida del seguidor de JESÚS, es decir, que es esta, la oración que debe rezar todo cristiano y la que debe vivir en su vida de cada día.
Al confrontarnos con el texto, vale la pena recordar la invitación que JESÚS, nos hizo al inicio de la Cuaresma, con respecto a la oración, cuando nos decía que debíamos hacerlo de manera íntima. Hoy debemos ver esta, recomendación como un esfuerzo comunitario, ya que, al ejercitarnos con la oración del PADRE NUESTRO, muy convenientemente sería que la hagamos en el seno de la comunidad, pero no de manera repetitiva o por mero cumplimiento, sino convencidos de que somos el Cuerpo Místico de Cristo, es decir la Iglesia y Él es su Cabeza.
También es pertinente mirar detenidamente las siete peticiones que nos presenta el texto y hagamos la oración con intensidad, en un ambiente comunitario, teniendo la plena seguridad de que nuestro PADRE CELESTIAL, nos escuchará. De allí la necesidad de que la hagamos como hijas e hijos de DIOS, en comunidad, de tal manera que cada uno podamos tomar conciencia de la responsabilidad que tenemos al velar los unos por los otros.
Por eso es que hoy más que nunca, cuando nuestro país sufre todas las calamidades sociales al carecer de los más elementales servicios, de agua, luz y comunicación, que garanticen un desarrollo humano sustentable, y el mundo está amenazado con un a tercera guerra mundial, se da como un imperativo el hecho de asumir nuestra parte en la tarea diaria de hacer realidad el Reino de DIOS, en esta tierra, en donde el mal ha puesto su morada, pero que con la fuerza del Espíritu Santo y con nuestra tenacidad, lograremos librarnos.
Señor JESÚS, compañero por excelencia en las buenas y en las malas, ayúdanos a no desanimarnos para poder vencer el mal que está oprimiendo a nuestro pueblo, y danos la fuerza necesaria para poder ser luz en medio de tanta oscuridad. Amén.
Luis Perdomo
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